Un poco de historia de la electroterapia

Hola gadget-o-nauta.

En este post vamos a repasar un poco de historia sobre la electroterapia. Como ya dijimos en el post sobre generalidades, puede que nos parezca una terapia vanguardista pero la verdad es que no lo es.

Asociamos electroterapia a dispositivos modernos, compactos, portátiles e incluso inalámbricos, pero esto no siempre fue así. ¿Sabías que en la antigüedad ya se las ingeniaban para poder usar electricidad como terapia?

Pongámonos las gadget-o-gafas de leer e indaguemos más en el tema.

 

 

Un poco de historia: Edad antigua

  • Antiguo Egipto: ya en el año 9000 a.C. los antiguos egipcios usaban magnetita y ámbar para el tratamiento de dolores de cabeza y artritis. Además, se supone que los egipcios incluso podían producir electricidad a partir de una batería de corriente continua (batería o pila de Bagdad, imagen izquierda). También hay indicios de que empleaban el bagre del Nilo, un tipo de pez eléctrico, para el tratamiento de enfermedades graves y dolorosas (imagen derecha).

Baghdad cell diagram Bagre del Nilo
  • De manera similar, Hipócrates (420 a.C.) usaba la acción adormecedora del pez raya eléctrico.
  • El médico romano Scribonius Largus (47 d.C.) fue el primero que prescribió el contacto directo con la raya para aliviar el dolor en pacientes con gota, artritis o dolores de cabeza. Así lo hizo constar en las «Compositiones Medicae». Podéis ver en la siguiente imagen que el procedimiento se parecía más a una tortura que a una terapia curativa.

pez torpedo

Un poco de historia: Edad contemporánea

  • En los siglos XVIII y XIX el tratamiento del dolor con electricidad natural fue reemplazado por electricidad artificial con la invención de dispositivos eléctricos. Según Turrell, en esta época se distinguen cuatro fases de la electroterapia: 

  • La primera fase o franklinismo fue la aplicación de electricidad estática o atmosférica. Se caracterizaba por corrientes de alto voltaje y bajos miliamperios, que se obtenían de una máquina de fricción que inducía choques y chispas repentinas. El método se remonta al ingeniero alemán Otto von Guericke, quien desarrolló la electricidad por fricción mediante una esfera de azufre electrostática en 1672 (representada en la siguiente imagen). El primer uso médico de la electricidad estática en Europa fue realizado en 1744 por el médico alemán Christian Kratzenstein. Unos años más tarde, en 1752, el científico y político estadounidense Benjamín Franklin inventó el “Cuadrado Mágico”, una forma simple de condensador capaz de dar fuertes choques para el tratamiento de diversas enfermedades.

Otto von Guericke

  • La segunda fase fue la corriente galvánica (alrededor del siglo XIX), que permitió el contacto directo de la electricidad sobre los nervios sin choques ni chispas. La introducción de la “electricidad de contacto” fue precedida por el descubrimiento de Galvani (1780) que muestra que las patas cortadas de una rana muerta pateaban cuando eran estimuladas por corrientes eléctricas. La suposición de Galvani de la «electricidad animal» fue criticada por Alessandro Volta, que demostró que la electricidad que provoca la contracción del músculo de la rana no es de origen animal sino de origen electroquímico (o sea, no era porque las patas de la rana estuvieran vivas a pesar de estar cortadas, sino por las propiedades del propio tejido aun estando desconectado de un sistema nervioso central). Posteriormente, en 1800, Volta demostró que se puede producir corriente eléctrica. La idea era simple: dos metales diferentes y un paño empapado en salmuera colocados en un circuito. Este descubrimiento dio lugar a la invención de la pila voltaica, la primera forma de batería. Podéis ver en la siguiente imagen cómo eran estas primeras pilas. Pero la aplicación de la corriente galvánica no estuvo libre de efectos secundarios: su uso prolongado provocaba cambios necróticos en los tejidos. Este efecto secundario dañino se empleó posteriormente para la destrucción de tumores superficiales.

Pila voltaica

  • La tercera fase fue la introducción del faradismo. El científico británico Michael Faraday, en 1832, empleó la pila voltaica y descubrió que el flujo de electricidad podía inducirse de forma intermitente y en direcciones alternas. Las estimulaciones se realizaron con una duración de pulso corta (<1 milisegundo), evitando así cualquier riesgo de daño tisular. El promotor más importante del faradismo a mediados del siglo XIX fue el médico francés Guillaume Duchenne (considerado como el “padre de la electroterapia”), que utilizó esta técnica en particular para la estimulación muscular. 

  • La cuarta fase fue el descubrimiento de las corrientes de alta frecuencia por el médico francés Jacques Arsène d`Arsonval, en 1888, quien observó que las frecuencias superiores a los 5.000 Hz disminuían la excitación de los músculos.

  • A lo largo del siglo XIX, los efectos analgésicos de la electricidad fueron muy populares y disfrutaron de su “edad de oro”. La electroterapia se utilizó para innumerables trastornos dentales, neurológicos, psiquiátricos y ginecológicos. Como en esta época fue usado por muchos charlatanes con aplicaciones poco serias, la electricidad fue cada vez más desatendida y olvidada. Otra causa de la disminución del interés fue el avance de potentes fármacos analgésicos.

  • En la segunda mitad del siglo XX, las bases científicas de la electroterapia se aclararon cada vez más, ofreciendo la posibilidad de un tratamiento racional de diversas enfermedades dolorosas. Las nuevas técnicas incluyeron la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS), la estimulación nerviosa eléctrica percutánea (PENS) y la estimulación de la médula espinal (SCS). Estos dispositivos eléctricos difieren en cuanto a la amplitud (intensidad), frecuencia, duración y patrón de las corrientes eléctricas.

Como habéis podido comprobar, hoy en día gracias a mentes inquietas y al avance de la ciencia no necesitamos bañarnos con anguilas eléctricas para aliviar nuestro dolor, ya que disponemos de aparatos más modernos, cómodos y seguros para hacerlo. ¡Menos mal!

¡Gadget-o-saludos!

 

Bibliografía (e imágenes): Heidland, A., Fazeli, G., Klassen, A., Sebekova, K., Hennemann, H., Bahner, U., & Iorio, B. D. (2012). Neuromuscular electrostimulation techniques: historical aspects and current possibilities in treatment of pain and muscle waisting. Clinical Nephrology, 1. https://doi.org/10.5414/cnx77s106 

 

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